¿Qué tienen en común cambiar la ubicación de la comida en una cafetería con colocar el dibujo de una mosca en los urinarios de un baño en un aeropuerto?
Ambas estrategias apuntan a que pequeños cambios en el entorno traigan grandes modificaciones en el comportamiento de las personas. Cambios de hábitos que resultan en un mayor beneficio para la salud, la economía o el cuidado del ambiente.
En el caso de la cafetería, un simple intercambio de lugar entre las frutas y las golosinas puede traer modificaciones en el consumo de las personas y por lo tanto en su salud. En el caso del dibujo de las moscas en los urinarios, ¡simplemente mejora mucho la puntería de los hombres que lo utilizan! Pero esa pequeña mosca ahorra trabajo de limpieza y mejora el aspecto de los baños concurridos de un aeropuerto.
Este tipo de intervenciones, de bajo costo y grandes resultados, es conocido en las ciencias del comportamiento como nudge que en inglés significa “empujoncito”. Sabiendo que muchas veces las personas no nos comportamos de la manera más favorable, se pueden diseñar entornos que nos ayuden a elegir las opciones que maximicen nuestro bienestar. Pequeños empujoncitos que nos ayuden a lograr las conductas más convenientes para nosotros mismos y la sociedad .
¿Cómo saber si una intervención funciona o no? ¿Mejoró la puntería de los hombres en el baño del aeropuerto? ¿Las personas comen más frutas con un simple cambio de lugar?
Para saber la respuesta ¡hace falta realizar experimentos!
Y a eso se dedica el Instituto de Neurociencias y Políticas Públicas de Fundación INECO: a investigar el comportamiento humano para poder trasladarlo a la conformación de normas y políticas públicas que se adecuen a la comunidad.
Los dos ejemplos acá mencionados pueden parecer ingenuos, pero está estudiado que conocer más sobre cómo actúan las personas permite mejorar el diseño del entorno o realizar pequeñas intervenciones que conlleven a un mayor bienestar social.
En América Latina se han identificado dos grupos gravemente afectados por la desigualdad social y la vulnerabilidad: la niñez y la vejez. Sin embargo, hasta ahora, estos sectores se han beneficiado escasamente de los avances en ciencias del comportamiento (o lo que en inglés se conoce como Behavioral Insights).
Por ello, la Fundación INECO, con apoyo del Banco Interamericano de Desarrollo, ha conformado un grupo de investigación especialmente enfocado en el desarrollo social y las políticas de salud como una herramienta crítica en el fomento de soluciones innovadoras.
El objetivo de esta alianza es detectar problemas y explorar si pueden ser solucionados con pequeñas (y poco costosas) intervenciones sobre el comportamiento humano y su entorno. Estudiar si esa nueva “arquitectura de las decisiones” es efectiva y logra que los resultados se traduzcan en políticas públicas exitosas y fáciles de implementar.
Una intervención efectiva y económica para disminuir la prescripción de fármacos innecesarios en adultos mayores
Un problema en la atención de adultos mayores, no sólo sanitario sino también económico, es la cantidad de fármacos que se prescriben de manera innecesaria sin evidencias científicas. La prescripción de medicamentos no recomendados por la evidencia puede conllevar consecuencias perjudiciales para la salud, traer efectos adversos y afectar la calidad de vida de las personas. A su vez, esto impacta negativamente en los sistemas de salud, ya que se malgasta el dinero en medicamentos que no son útiles en vez de costear otros tratamientos que sí son beneficios y efectivos.
En particular, se observó una alta prescripción de la droga nimodipina como tratamiento para el deterioro cognitivo en adultos mayores de Argentina. Sin embargo, la evidencia que avala la utilización de nimodipina para el deterioro cognitivo y la demencia es insuficiente.
Uno de los abordajes desde las ciencias del comportamiento que se ha implementado para intentar reducir la sobremedicación consiste en informarle a los médicos cómo es su práctica de prescripción de medicamentos comparada con la de sus pares a través del correo electrónico. Esta técnica de notificación de la “norma social” por mail fue utilizada con éxito en casos de exceso de indicación de antibióticos, un grave problema de salud pública que puede conllevar a una resistencia bacteriana, y otras drogas potencialmente perjudiciales en la población mayor como los antipsicóticos y los opioides. Sin embargo, hasta el momento, no había evidencia de su utilización en drogas para el deterioro cognitivo en América Latina .
Teniendo esto en cuenta, los investigadores realizaron un ensayo en el que participaron 1811 médicos y médicas con un historial de alta prescripción de Nimodipina del Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados (PAMI – INSSJP). Los participantes fueron distribuidos al azar en dos grupos:
- A los médicos del grupo “tratamiento” (906) se le enviaron 2 correos electrónicos con información basada en la evidencia sobre la nimodipina, así como también una comparación de su nivel de prescripción de esta droga versus el promedio de sus pares (norma social)
- A los médicos del grupo “control” (905) se le enviaron 2 correos electrónicos con información general sobre los riesgos de la sobremedicación en pacientes adultos mayores.
Los mensajes fueron escritos como una campaña de concientización de buenas prácticas médicas. Se utilizaron términos como “invitar” o “considerar” para enfatizar la idea de que los profesionales de la salud eran libres de tomar la decisión y para que no se sintieran presionados sintiendo que iban a recibir una penalización de algún tipo. El objetivo de este nudge o “empujoncito” era que las personas cambien su comportamiento por voluntad propia y no porque se sintieran forzadas a hacerlo, acercando información para optimizar su decisión médica (información basada en la evidencia y la referencia del comportamiento de sus pares).
Se registró la cantidad de Nimodipina recetada por mes por cada profesional en ambos grupos durante 1 año previo a la intervención y luego de 6 meses de enviado el primer correo electrónico.
Los resultados fueron muy satisfactorios. Los participantes que recibieron el “empujoncito” recetaron significativamente menos prescripciones de Nimodipina durante el período de la intervención comparado con el grupo control. No se observaron diferencias en los meses anteriores a la intervención, con lo cual se puede adjudicar la disminución en la indicación de este fármaco al envío de los correos electrónicos comunicando información verídica así como también sobre la frecuencia de prescripción de nimodipina de cada profesional.
Luego de la intervención se observó una reducción también en el grupo control, aunque más leve. Esto podría deberse a que los médicos y médicas del grupo control no eran totalmente ciegos a la intervención ya que es sabido que existe comunicación entre colegas sobre la prescripción de medicamentos. Cabe destacar que resulta beneficioso que exista ese intercambio. Si bien ese “derrame” achica las diferencias entre grupos, la reducción de las prescripciones en su conjunto resultó mayor.
Los costos económicos también fueron analizados y se encontró que los mismos fueron más bajos en el grupo que recibió el tratamiento que en el grupo control. Los investigadores estimaron que si se realiza esta intervención en todos los médicos y médicas incluidos en el estudio por 1 año se podrían ahorrar aproximadamente más de 200.000 dólares. El trabajo se acaba de publicar en la prestigiosa revista científica JAMA Network open y puede encontrarse acá.
En conclusión, el ensayo clínico aleatorizado de esta intervención comportamental fue exitoso. Los autores pudieron comprobar que enviando a través de correo electrónico información científicamente comprobada sumado a los datos de la “norma social” podían obtenerse cambios en las conductas de los profesionales de la salud respecto a la receta de un fármaco en particular. Si bien existen ciertas limitaciones, por ejemplo, no se puede saber si la nimodipina no fue reemplazada por otro medicamento de similares características, el resultado es optimista.
Una intervención de este tipo tiene el potencial de convertirse en una herramienta útil y eficiente ya que es bien aceptada por los profesionales, fácil de replicar, efectiva y de bajo costo. Un “empujoncito” hacia un mayor bienestar social.